CONFLICTO ÁRABE-ISRAELÍ


El conflicto entre árabes y judíos ha tenido siempre una influencia a nivel internacional debido a que ambos bandos han tenido aliados de distinta ideología. Así pues, la cuarta guerra árabe-israelí, más conocida como la guerra del Yom Kippur, se produjo como consecuencia de una serie de tensiones que se venían produciendo a lo largo de todo el siglo.

Tras la II Guerra Mundial, Inglaterra delegó en la ONU la decisión sobre qué hacer con el territorio de Palestina, de manera que se dividió en una zona árabe y otra judía. En 1948 se creaba el Estado de Israel, el único estado judío del mundo. Esta resolución dejó disconforme a los países árabes, y realizaron diversas ofensivas contra el estado israelí en los siguientes años, que se saldaron con victorias del bando judío. En consecuencia, el territorio que se había dispuesto para Israel en principio quedó ampliado después de estos conflictos.

Otro de los problemas que han tenido lugar a lo largo del siglo pasado se produjo a causa del Canal de Suez en 1956, medio por el cuál Gran Bretaña conectaba su comercio con su potencia más importante como era la India. La llegada al poder en Egipto de Al Nasser comportó una alianza con Siria, que más tarde sería crucial para entender la guerra del Yom Kippur, y la intención de nacionalizar el Canal de Suez. Esto cabreó bastante a Reino Unido y Francia, principales aliados de Israel, porque era el enlace por el que recibían el petróleo procedente del golfo Pérsico.

Para continuar, en 1967 se produjo la guerra de los Seis Días. Este conflicto bélico se dio a causa de la exigencia egipcia de que la ONU retirara sus fuerzas de interposición en el Sinaí, frontera que se había establecido entre los territorios árabes y los judíos. Además, las fuerzas egipcias desplegaron sus fuerzas y bloquearon los estrechos del Tirán. Israel, que temía sufrir una ofensiva por parte de los países árabes, lanzó un ataque inminente y tras los enfrentamientos consiguió conquistar la península del Sinaí y los Altos del Golán. La guerra de los Seis Días forma parte del conjunto de guerras libradas entre Israel y sus vecinos árabes, tras la creación del Estado de Israel (1948) en parte del Mandato británico de Palestina. Estos seis días de 1967 concitaron la atención mundial y resultaron claves en la geopolítica de la región: sus consecuencias han sido profundas, extensas y se han mantenido hasta el presente; y tuvieron también una influencia decisiva en la guerra de Yom Kippur.

Todas estas situaciones que se produjeron entre árabes y judíos llevaron a que se desencadenara una guerra en la que los países árabes pretendían recuperar los territorios que habían perdido en la guerra de los Seis Días. La guerra comenzó cuando la coalición árabe lanzó un ataque sorpresa sobre el territorio israelí el día del Yom Kippur, la fiesta sagrada de los judíos. Curiosamente, coincidía con el mes del Ramadán, la fiesta sagrada musulmana. Los árabes cruzaron la línea del alto el fuego y en los primeros días avanzaron rápidamente. Sin embargo, cuando el ejército israelí se rearmó logró detener el avance musulmán. El problema se internacionalizó porque tanto EE.UU, como aliado de Israel, como la Unión Soviética, como aliada de los países árabes, se involucraron en el conflicto. La guerra no tuvo un vencedor claro, sin embargo los acuerdos de Camp David de 1978 que siguieron dieron lugar a la devolución del Sinaí a Egipto y la normalización de las relaciones entre los dos países: el primer reconocimiento pacífico de Israel por parte de un país árabe. Egipto continuó su alejamiento de la Unión Soviética y abandonó su área de influencia en su totalidad.

Por último, las consecuencias que tuvo este conflicto afectaron prácticamente a todo el mundo porque los países de Oriente Próximo, encabezados por Arabia Saudí, declararon un embargo petrolero a EE.UU y a los países occidentales que apoyaron a Israel durante esta guerra. La medida, a pesar de que solo duró cuatro meses, acabó con medio siglo de energía a bajo precio y dio paso a una recesión que cambiaría la estructura de la economía mundial. Tras esta crisis, el precio del crudo se multiplicó por 10 y el mundo experimentó una recesión generalizada y tasas de desempleo e inflación de dos dígitos.


Vicente López García

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