MANÍA DE LOS TULIPANES

Los cambios en los precios de los
tulipanes no estaban aislados del desarrollo de la economía. La economía
holandesa había estado deprimida durante la década de 1620 cuando se reanudó la
guerra con España después de doce años de tregua, pero se recuperó de forma
impresionante en la década de 1630. Los precios de las participaciones en la
Cámara de Ámsterdam de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales se
doblaron entre 1630 y 1639. Los precios inmobiliarios habían caído a principios
de la década de 1630 pero se “dispararon” a mediados de la década. Aumentaron
las inversiones en los sistemas de drenaje, en la Compañía de las Indias Occidentales, y en canales. Además, se creó un sistema de barcazas de pasajeros
tiradas por caballos en los canales, y se emprendió su construcción entre
ciudades para que el viaje de los mercaderes fuera más fiable que en los barcos
a vela.
Jonathan Israel escribió que la manía de los tulipanes se debería ver sobre el trasfondo del auge general y como
una manía de «mercaderes de pueblos pequeños, taberneros y jardineros», mientras
que la mayor parte de los ricos hacían dinero por otros medios. Esta
perspectiva socava uno de los puntos de vista de Peter Garber de que no pudo
existir una manía de los tulipanes porque no se produjo una depresión cuando declinó
el precio de los bulbos. La economía holandesa se ralentizó en la década de
1640 antes de sufrir un crecimiento tremendo de 1650 a 1672, que incluyó casas de
lujo, edificios cívicos y pinturas.
Sin embargo, el mercado de las
pinturas se colapsó con la invasión francesa de 1672. En el punto álgido del
auge se produjo una «manía» por los relojes y las torres con reloj. En Leiden
se instaló un reloj en la torre encima de la Puerta Blanca, ubicación de la
estación del trekschuit donde subían y bajaban los pasajeros, para asegurar la puntualidad
del personal de las barcazas. El declive en los precios de los bulbos de tulipanes
condujo a un declive en la actividad económica, y la conexión causal fue que
los hogares estuvieron menos dispuestos a gastar cuando declinó su riqueza.
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